sábado, 30 de mayo de 2015

¿Que quieres un qué?

Cordial, Squash, or dash lime; JD o "yei di", Strongbow, Sailor Jerry; ale, pale or lager; single, doble or triple; half pint with blackcurrant; still or sparkling; large Pinot Grigio, Sauvignon or spritze with soda...
Y la lista continúa, y los vocablos se agolpan en tu cabeza y ya no sabes si es que tu vocabulario es tan reducido que no entiendes ni cuando te piden una Coca-Cola, o que no sabes ni de que te están hablando. Y es que los ingleses, a parte de sus acentos y su incapacidad de decelerar el discurso ante el extranjero, resulta que también tienen sus marcas y sus bebidas especiales, años luz de lo que podemos encontrar en un bar español. Así que, a la ardua tarea de sobrevivir en campo enemigo, se suma la de servir bebidas que ni sabíamos que existían.

De entrada hay que aclararse con las medidas. Si quieres una cerveza, nada de "caña aquí", o "tráete una jarrita"; aquí la cerveza se sirve en pintas, o en medias pintas, y en algunos bares selectos hasta en vasos de un tercio (de pinta claro).
Los licores y bebidas de más calibre se sirven por shots, es decir, en estos lares no se lleva lo de ponme un cubata largo, aquí por ley una copa o "single" lleva exactamente 25 ml de alcohol + el refresco que elijamos. Si te da penita que en tu vaso de tubo con hielos la línea de alcohol no levante ni un dedo del suelo, y empiezas a echar en falta al barman de tu pueblo, pídete un doble (o un triple si quieres igualar las copas de nuestro país natal), eso sí, el precio asciende en proporción, y no todos los bares permiten triples en un solo vaso.
Con el vino pasa más o menos lo mismo. Se venden botellas, claro que sí, pero también vasos de vino, que van desde "small" o 125 ml, a lo más "large" que he visto que son 250 ml, según el lugar.

Una vez dominas las dosis, empieza el verdadero lio, que es llegar a conocer plenamente el abanico de bebidas a disposición del inglés promedio. La "cider" o sidra es una de las bebidas más populares, y te la pueden nombrar por marca o sabor, ya sea Magners, Strongbow, forest fruits or pear. Para entenderles es cuestión de o probarlas todas, o estar atento a todos los anuncios de la tele y aprenderse los nombres. Además, algunas se venden en "draught" o "tap", es decir, que vienen en barril como la cerveza, pero eso ya es otra historia.
Y hablando de cervezas, todos sabemos que la Guinness es cerveza negra, pero de entrada cuesta hacerse con las diferencias entre las Ale, las Pale y las mayormente conocidas Lager (o cerveza rubia), y ya ni entro a hablar de marcas.
 
Los vinos no tienen mucho problema, o quizá es que tengo especial interés en ellos y no soy objetiva, pero una vez te sepas los nombres de los principales que se comercializan en Reino Unido, los tendrás en el bote:
...Que quieren lo señores un vino tinto, qué tal un Malbec argentino, full-bodied, o un Merlot francés. Quizá algo más atrevido... qué tal un Shiraz de South Africa?
Las señoras prefieren blanco. ¿Les gusta dry (seco) o sweet (dulce)? Yo siempre empiezo ofreciendo Sauvignon Blanc (mi preferido), o quizá Chardonney, más afrutado...
Caso aparte son los liquor y spirits. Aquí he descubierto mi amor por el ron especiado (spiced rum), marcas como Sailor Jerry, Captain Morgan o Kraken. Pero esto es sólo un pequeño ejemplo de las mil y una palabrejas nuevas que una barra de bar ofrece, y que los clientes te van a pedir, incluso si no las tienes en tu bar, y he ahí el truco, tienes que saber que te preguntan para poder decir: "no lo siento, de eso no tenemos aquí, pero tenemos esta otra cosa que se le parece mucho".
 
Así que a beber cordial de blackcurrant mezclado con cordial de naranja y tap water, y a empollarse la barra del bar. Y ya de paso pídele a tu jefe una cata de vinos para poder recomendar mejor al cliente. Ah, y si te piden un "yei di", entiende que quieren un Jack Daniels, que a mí me costó al principio.

domingo, 1 de marzo de 2015

Exilium Tremens

Había pasado ya una semana desde que llegara a Inglaterra, y aún sentía el tembleque en las piernas al levantarme por las mañanas. No ayudaba demasiado dormir doblada en un sillón pequeño, de prestado, como todo buen exiliado que se preste, pero ese día por fin firmaba mi primer contrato en tierra extraña, y parece que hasta brillaba un poco el sol en esta tierra fría y sin persianas.

Pensé que sería mucho más difícil. Una semana exacta, treinta CV (currículos) entregados en mano a diestro y siniestro por las calles centrales de mi nueva ciudad, dos entrevistas de trabajo, un "trial"* un sábado por la noche en un restaurante brasileño, y bingo! Yo, que jamás había cogido una bandeja en mi vida; yo, con mi inglés de colegio público español; yo, inocencia personificada (jajaja); había sido la elegida para ocupar el puesto a Full Time de Front of House, o camarera que queda un poco menos glamuroso, en dicho restaurante brasileño.

La ansiedad de lo que estaba por venir no me había dejado dormir aquella noche, pero qué más daba, a pesar de las múltiples dudas antes de emprender el viaje, ahí estaba yo con una oportunidad de quedarme en Inglaterra y valerme por mí misma. Independencia, pisito de soltera, dinero, viajes, y chicos ingleses... Era este cuento de la lechera, o pensar en mi incapacidad para entender lo que los clientes me pedían, mi inaptitud para expresarme fluidamente, mi acento español incomprensible para los lugareños, el estrés del restaurante, sostener a pulso en una mano una bandeja con ocho pintas de cerveza, recordar las demandas específicas de cada mesa, servir, explicar, recoger, limpiar y volver a empezar, en un reguero continuo de comensales hambrientos por el buffet de carne expuesto a sus ojos.

Todo esto pasaba por mi cabeza cuando fui aquel lunes a firmar el contrato. Un año después, vencido el miedo atroz de las primeras semanas, puedo decir que hacer las maletas y dejar España (huyendo de esa crisis paralizante que es el país estos días) ha sido una aventura memorable, por muy humilde que parezca la vida de camarera, con sus buenos momentos, sus días aciagos y su experiencia vital irrepetible.


* Trial: referido a una prueba de aptitudes para el puesto de trabajo, es decir, ponerte a trabajar de gratis por tres horitas para ver cómo te defiendes en el momento más caótico y crítico de toda la semana en el restaurante.