domingo, 1 de marzo de 2015

Exilium Tremens

Había pasado ya una semana desde que llegara a Inglaterra, y aún sentía el tembleque en las piernas al levantarme por las mañanas. No ayudaba demasiado dormir doblada en un sillón pequeño, de prestado, como todo buen exiliado que se preste, pero ese día por fin firmaba mi primer contrato en tierra extraña, y parece que hasta brillaba un poco el sol en esta tierra fría y sin persianas.

Pensé que sería mucho más difícil. Una semana exacta, treinta CV (currículos) entregados en mano a diestro y siniestro por las calles centrales de mi nueva ciudad, dos entrevistas de trabajo, un "trial"* un sábado por la noche en un restaurante brasileño, y bingo! Yo, que jamás había cogido una bandeja en mi vida; yo, con mi inglés de colegio público español; yo, inocencia personificada (jajaja); había sido la elegida para ocupar el puesto a Full Time de Front of House, o camarera que queda un poco menos glamuroso, en dicho restaurante brasileño.

La ansiedad de lo que estaba por venir no me había dejado dormir aquella noche, pero qué más daba, a pesar de las múltiples dudas antes de emprender el viaje, ahí estaba yo con una oportunidad de quedarme en Inglaterra y valerme por mí misma. Independencia, pisito de soltera, dinero, viajes, y chicos ingleses... Era este cuento de la lechera, o pensar en mi incapacidad para entender lo que los clientes me pedían, mi inaptitud para expresarme fluidamente, mi acento español incomprensible para los lugareños, el estrés del restaurante, sostener a pulso en una mano una bandeja con ocho pintas de cerveza, recordar las demandas específicas de cada mesa, servir, explicar, recoger, limpiar y volver a empezar, en un reguero continuo de comensales hambrientos por el buffet de carne expuesto a sus ojos.

Todo esto pasaba por mi cabeza cuando fui aquel lunes a firmar el contrato. Un año después, vencido el miedo atroz de las primeras semanas, puedo decir que hacer las maletas y dejar España (huyendo de esa crisis paralizante que es el país estos días) ha sido una aventura memorable, por muy humilde que parezca la vida de camarera, con sus buenos momentos, sus días aciagos y su experiencia vital irrepetible.


* Trial: referido a una prueba de aptitudes para el puesto de trabajo, es decir, ponerte a trabajar de gratis por tres horitas para ver cómo te defiendes en el momento más caótico y crítico de toda la semana en el restaurante.

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